Mantaro, el río de los mil nombres
Hatunmayo o Hatun Mayu, Angoyacu o Angoyaco, Guancamayo o Huancamayu, río Grande, río Grande de Jauja, río Jauja, río Xauxa, Maragnan o Maragnon, Upamayo u Opamayo, Pari o Paria, Matares y río Oroya
El actual valle del Mantaro es uno de los más importantes de los Andes centrales del Perú, sin embargo, su denominación como tal y del río que lo recorre como “río Mantaro” en su extensión actual data recién desde las primeras décadas del siglo XX ya que desde épocas antiguas se le ha conocido con diferentes nombres siendo el de “río de Jauja” el más predominante por más de cuatro siglos como se evidencia en los mapas y crónicas de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. También es importante mencionar que “Mantaro”, su actual denominación, es un topónimo de claro origen selvático y es como se le denominaba antiguamente solo en el tramo cerca de su desembocadura en el río Ene al unirse con el río Apurímac.
El valle del Mantaro, por sus características geográficas y potencial agrícola, fue y sigue siendo hasta la actualidad uno de los valles más importantes del Perú. Tal importancia se ha manifestado reiteradamente durante las diversas ocupaciones humanas desde las etnias locales como los Xauxas y Huancas hasta las culturas de influencia panandina como Chavín y Wari e incluso durante el dominio Inca ya que se han hallado importantes vestigios arqueológicos que así lo demuestran. Esto no fue diferente durante la invasión española ya que la primera capital de “Nueva Castilla” fue fundada precisamente en la cabecera de este valle en lo que actualmente es la ciudad y provincia de Jauja, razón por la cual hasta la actualidad se le conoce como “Jauja, la primera capital histórica del Perú”. Durante el virreinato, independencia, república y hasta la actualidad este
valle ha tenido y posee una importancia estratégica innegable, sin embargo, su identidad toponímica no siempre ha sido la misma ya que el actual “valle del Mantaro” y por ende el nombre del río que discurre por su cuenca no se ha denominado como tal. Durante su existencia el río Mantaro ha recibido varios nombres que fueron registrados por cronistas, viajeros, estudiosos y cartógrafos que han recorrido el anchuroso valle del Mantaro desde que la escritura llegó a nuestro continente. Algunos nombres con los cuales se le ha registro son Hatunmayo o Hatun Mayu, Angoyacu o Angoyaco, Guancamayo o Huancamayu, río Grande, río Grande de Jauja, río Jauja, río Xauxa, Maragnan o Maragnon, Upamayo u Opamayo, Pari o Paria, Matares y río Oroya; tal es la variedad de nombres con las que la han registrado que actualmente algunos lo conocen como “El río de los mil nombres”.
A pesar de las variadas denominaciones, basado en las evidencias históricas, bibliográficas y cartográficas son dos denominaciones las que principalmente sobresalen. Una es la denominación del río como “río Xauxa”, “río de Xauxa” o “río de Jauja” como la gran mayoría de los escritos y mapas lo han registrado y por ende el valle ha sido nombrado como “valle de Jauja” o “Valle de Xauxa”, ancestral nombre con el cual lo registraron los primeros cronistas españoles y que se ha mantenido por más de cuatro siglos. El otro nombre, como es conocido hasta la actualidad, es el de “río Mantaro” y por ende “Valle del Mantaro” cuya denominación inicialmente solo se le atribuía al tramo de río antes de su encuentro con el río Apurímac como se evidencia en la gran mayoría de mapas hasta el siglo XIX. Esta última denominación, según varios autores, sería de origen selvático (Campa, Aru o Yanesha) y se comenzó a plasmar en los mapas recién a inicios del siglo XX con la principal influencia de Antonio Raimondi y sus trabajos cartográficos costeados por el Estado Peruano, dicho nombre se ha mantenido hasta la actualidad debido al respaldo del Estado Peruano a los estudios del autor italiano a través del encargo a la Sociedad Geográfica de Lima de las publicaciones de su obra “El Perú” después de su fallecimiento en 1890.
En el presente siglo XXI; como lo demuestran muchos artículos, libros y publicaciones de autores especializados en historia, arqueología y lingüística; podemos decir que el río Mantaro definitivamente se ha ganado el apelativo de “Río de los mil nombres”, el mismo que baña nuestro hermoso y anchuroso valle del Mantaro al que también podríamos llamar “El valle de los mil nombres”. Por todo lo mencionado debemos incentivar el cuidado de nuestro ancestral río, que desde hace mucho tiempo viene siendo contaminado por los relaves mineros,
desmontes de basura, desagües y demás actividades humanas, nuestro histórico y ancestral “río de los mil nombres” no solo tiene una importancia económica y ambiental sino también una importancia histórica que forma parte de nuestro patrimonio cultural del valle. ¡A cuidarlo…!!!